jueves, 10 de noviembre de 2016

Santa Sofía





Nos encontramos ante la  Basílica de Santa Sofía de Constantinopla que es un  templo de arquitectura religiosa.
Data de la 1ª Edad de Oro del Arte Bizantino. Siglo VI d.C. (532-537). Construido en Constantinopla, actual Estambul, capital del imperio Bizantino.
Sus autores son  Antemio de Tralles e Isidoro de Mileto, por encargo del emperador Justiniano.
Es de estilo Bizantino.

La fotografía corresponde al espacio central del interior del templo cubierto con cúpula, también aparecen galerías laterales separadas de la parte central por columnas y arcos.
La planta es casi cuadrada, rematada en ábside. 
El interior se divide en tres naves longitudinales; la central, más ancha, está separada de las laterales por columnas y gruesos pilares, destaca el espacio central casi cuadrado rematado por una cúpula con pechinas, y con cuatro exedras angulares. El edificio propiamente dicho va precedido, en los pies, de un atrio y doble vestíbulo.

El material utilizado es ladrillo, piedra y hormigón en los muros y materiales nobles en los revestimientos interiores como mosaicos en los muros y  mármoles de diversos colores en columnas y pavimento. En las cubiertas  materiales livianos como ánforas, tejas o ladrillo para que el peso sea más ligero.

El muro, es muy grueso, pues así lo exige el sistema constructivo que se ha empleado;  sin embargo, no lo parece, gracias al empleo que se ha hecho de la luz -se presenta perforado de ventanas-, y también del color, aportado por mármoles y mosaicos. 


Las columnas son los  soportes más utilizados en el interior. Constan de basa, fuste liso y monolítico y capitel en forma de tronco de pirámide invertido con cimacio. Es muy importante su papel en el conjunto, al formar una especie de cortina que separa el espacio central de los laterales. Existen, además, pilares enormes, cuyo interés, desde el punto de vista constructivo, es primordial. En el exterior destacan grandes estribos o contrafuertes utilizados por necesidades estructurales.

Como elementos sustentados destaca el arco de medio punto que separan la nave central de las laterales y recorren la tribuna.

La cubierta está formada por una enorme cúpula con nervaduras  y un anillo de ventanas en la base del tambor. Se apoya en cuatro pechinas, soportadas, a su vez, por cuatro arcos sobre pilares macizos y reforzados por estribos exteriores.
La clave de la construcción de la cúpula se fundamenta en los contrarrestos, en el interior el peso recae en
cuatro pilares reforzados en el exterior por contrafuertes. A la vez por debajo de la cúpula la refuerzan dos semicúpulas, apoyadas estas en otras dos más pequeñas. También forman parte de los contrarrestos las naves laterales. La gran cúpula central, mide 31 m. de diámetro y está inscrita en un cuadrado, apoyándose sólo en cuatro puntos, las cuatro pechinas, a diferencia de las bóvedas o las cúpulas de la antigüedad La cúpula mide 55 metros de altura, y para aligerar peso, está perforada por cuarenta ventanas, que permiten la entrada de los rayos solares que se reflejaban en los mármoles y mosaicos, dando como resultado una visión lujosa y refinada. Exteriormente, la gran cúpula no aparenta la importancia de la obra, pues está disimulada por un tambor cilíndrico.

La decoración es un elemento fundamental de este interior. Está constituida por elementos de diversa índole: la luz natural que entra por los vanos, elementos arquitectónicos (columnas, arquerías), escultóricos (relieves y trépanos de los capiteles de las columnas), mosaicos en la cúpula, absides y muros. El presupuesto fue alto, son materiales costosos (mármoles de diversos colores, mosaicos), y en los temas predomina  lo geométrico, vegetales estilizados y  figurativo.



El espacio interior que se ha conseguido crear es el mejor exponente de los valores plásticos del edificio. El conjunto es armónico y equilibrado. La composición espacial está dominada por un núcleo central, cubierto por la gran cúpula, que se alza libre. Este reducto es todo un prodigio de espacio, luz y color, en el que la masa arquitectónica parece inmaterial, efecto que ha sido posible, en primer lugar, gracias a un perfeccionado sistema de contrarrestos, dispuestos de tal forma que quedan ocultos a la vista, y en segundo por la impresión que causa el muro, cuyo grosor queda disimulado al calarse con ventanas y arquerías.
 Más importante, sin embargo, es el tratamiento que se ha concedido a la luz: entra por diferentes ventanas, que varían según la hora, y  uso, muy hábil, de la policromía, dando como resultado la disolución de las formas, en un ambiente casi irreal.

Santa Sofía de Constantinopla es el mejor ejemplo artístico del reinado de Justiniano en el siglo VI. La gran cúpula sobre pechinas, contrapesada por semicúpulas,  el espacio centralizado son rasgos inconfundibles de la arquitectura bizantina. 
Se trata de un edificio original, que combina el modelo profano romano de planta central, con el basilical paleocristiano y se convierte en el logro arquitectónico más espléndido, no sólo de la etapa de Justiniano, sino de toda la arquitectura bizantina.
Se trataba de una obra excepcional por sus dimensiones y lujo: era la iglesia palatina de los emperadores . Fue el centro espiritual del Imperio bizantino, catedral de los patriarcas, escenarios de los actos estatales trascendentes y marco de un esplendoroso ceremonial en el que se manifestaban el poder y la dignidad del imperio teocrático de Justiniano y sus seguidores. 

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