viernes, 24 de marzo de 2017

Comentario san Carlos De las Cuatro Fuentes



FICHA TÉCNICA: la obra que a continuación vamos a estudiar es la iglesia romana de san Carlos de las Cuatro Fuentes, obra realizada por Francisco Borromini a partir de 1638, aunque la fachada, objeto de nuestro análisis y comentario, se inició en 1664 aunque tras la muerte del arquitecto, en 1667, fue continuada la obra por su sobrino Bernardo siguiendo los diseños del arquitecto. La obra se finalizó en 1680. La obra forma parte de un convento y fue patrocinada por el cardenal Francisco Barberini.


ANÁLISIS DE LA OBRA: La obra comentada es una vista exterior de la fachada. La fachada se



articula en dos pisos separados por un entablamento con una inscripción en la que se puede leer la dedicatoria a la Santisima Trinidad y a San Carlos (Borromeo) así como el año de 1667. El piso inferior se articula en dos niveles en horizontal y tres calles verticales separadas por columnas de orden gigante cuyos fustes lisos, separados de la fachada, recorren los dos niveles y se coronan con capiteles de orden fantástico. En el nivel inferior, columnas de menor tamaño enmarcan ventanas de formas ovaladas con decoración a los lados y una puerta adintelada en el centro, En el segundo nivel aparecen tres nichos, adintelados los laterales con imágenes de santos de la Orden trinitaria y el central con un arco de medio punto flanqueado por ángeles en cuyo interior que alberga la imagen de San Carlos Borromeo, santo al que está dedicada la iglesia



En el segundo piso se repite el esquema con columnas de menor tamaño que enmarcan nichos adintelados vacíos en los laterales y decoración ovalada en la parte superior y, en el centro, un templete semicircular con una gran ventana rectangular sobre el que se colocan dos ángeles que sostienen un escudo ovalado que contenía una pintura de la coronación de la Virgen, hoy día desaparecida, rematado por un arco conopial que reemplaza el habitual frontón triangular. Sobre la esquina, termina en forma de chaflán se levanta una torre con parejas de columnas y cubierta en forma de pagoda de gran originalidad.


Sin embargo, la mayor originalidad del edificio se debe al movimiento que el arquitecto logra dar a la fachada disponiendo los cuerpos laterales en formas cóncavas y la central en forma convexa, formas que repite el entablamento que sirve de separación entre los dos pisos. En el segundo piso los tres cuerpos adquieren formas cóncavas aunque el templete semicircular central adquiere una forma convexa al igual que la balaustrada. Los áticos que rematan el edificio repiten las formas cóncavas, al igual que los muros de la torre lateral.


Borromini consigue crear una fachada de movimiento ondulante. Así mismo, Borromini dispone unos elementos constructivos salientes como columnas, balaustrada, entablamentos y el templete mientras que otros, como la hornacina o los muros cóncavos, se hunden en la fachada, creando contraste lumínicos y juegos de luces y sombras que dotan a la fachada de una plasticidad más propia de una escultura que de una obra arquitectónica.


COMENTARIO: Borromini se muestra en esta obra como un auténtico maestro del barroco, llevando los deseos de inestabilidad y movimiento a límites hasta ese momento nunca alcanzados. Partiendo de elementos clásicos, los modula de tal manera que parece que la piedra se convirtiera bajo su mano en un material dúctil y maleable.


Borromini sabe adaptarse en esta obra a dos condiciones que dificultaban la misma. Por un lado la estrecha calle en esquina donde tenía que construir el templo, de pequeñas dimensiones y, por otro lado, la pobreza de los materiales empleados, dado los pocos recursos de los que disponía la Orden Trinitaria, a quien pertenecía la iglesia. Ambos retos los resuelve Borromini de manera magistral pues, a pesar de la pobreza de materiales y las reducidas dimensiones del edificio lo concibe con una monumentalidad impresionante y, al construir la esquina en un chaflán es decir, corta la esquina con un plano en oblicuo, consigue acentuar la perspectiva del edificio y su visión, acentuando la sensación de verticalidad de la fachada. Ésta es concebida como una fachada pantalla, pues su distribución en tres calles no se corresponde con la planta elíptica del templo.

Además, Borromini se adapta perfectamente al espíritu de la Contrarreforma de la que San Carlos Borromeo, el santo titular de la iglesia, fue uno de los mayores representantes. Así, con esta obra, Borromini se aleja del orden, la mesura y la corrección, para primar la expresividad de los elementos constructivos a través del movimiento y el juego de luces y sombras (claroscuro). El arte barroco pretende emocionar y llegar a los espectadores a través de los sentidos y lo emocional, en lugar de los racional, como había ocurrido con el arte renacentista anterior.


CONCLUSIÓN: Esta obra es una de las más representativas del espíritu barroco que alcanza aquí su máxima expresión de movimiento y teatralidad, del que Borromini es el mayor representante. Su espíritu anticlásico le convertirá en el rival artístico de Bernini. Considerado su arte recargado y excesivo, fue desprestigiado con posterioridad, tras el triunfo del Neoclasicismo, para ser de nuevo recuperado su valor en fechas posteriores, siendo visible su influencia en autores como Gaudí en la Casa Milá, entre otras obras.

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